Olía a cerveza, el piso era pegajoso y solo se oían los gritos tribales de “los hinchas”…
La pasión por el fútbol siempre la entendí como un necesidad cavernícola de pertenencia tribal, y pensaba “mejor que hablen de fútbol y no de política, que en las revoluciones muren más personas que en la cancha…”
Lo que pasa en Barcelona con los hinchas extranjeros está a otro nivel. Creo que ya es parte de la estupidez local. ¿Qué necesidad hay de aguantar a un grupo de borrachos que no saben ni dónde estan y que ni llegan a ver el partido en directo?
¿Este es modelo de ciudad avanzada y en red que seremos? ¿El bareto barato para cavernícolas borrachos que ni siquiera han comprado entradas?
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